Por Carolina Molina
Raúl Ariza
Por mi gran culpa
Madrid, Edaf, 2020
Un lugar común al que se aferran los críticos literarios para decir que un autor no convence es recordarle que no tiene voz propia. Es frecuente leer textos anodinos, tan similares entre sí que cuesta ponerles nombre. Con Ariza no ocurre esto. Tiene estilo y una voz que no calla para bien de los lectores. Curtido en el mundo del cuento en donde ha dejado tres libros, se enfrenta ahora a la tercera de sus novelas, Por mi gran culpa, que acaba de ganar el XXIV Premio de Novela Negra Ciudad de Getafe. En este trabajo se reconoce al Ariza de siempre, meticuloso con la trama, exigente con el narrador y dispuesto a tatuar su historia de mensajes subliminales a los que debemos estar atentos. No sé si esta novela es puramente negra, quizás el género no necesite de pureza sino de provocación, que es algo que Ariza maneja con maestría. Entre el detallismo rudo a lo Hammett, hallamos un lirismo infrecuente que resalta el mensaje. Las escenas son historias aisladas que se enredan y el lector desata. Especial relevancia toman los nombres de los protagonistas y su narrador. La maldad es tan humana como divina. La culpa de haberse merecido el premio solo la tiene Raúl Ariza.